(...) Una vez subidas a lo alto de la peña, los enamorados, perseguidos por un grupo de guardias, idearon un plan de escape. El plan era distraer a esos guardias fugándose cada uno en una dirección. Los guardias quedaron desconcertados y confusos sobre a quién perseguir y cuando lo hicieron ya era demasiado tarde. Tras esto, se reencontraron los enamorados y comieron perdices
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